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10 mar 2020
Noticias
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Los próximos 10 años pueden ser cruciales para alcanzar, no solo la extensión sino la eficiencia de la generación renovable, puesto que la inversión de instalación se da por supuesto que está en camino de hacerla competitiva con la suministrada por las redes de las grandes compañías eléctricas.
Otra cosa es que, alegando diferentes razones, se pongan obstáculos a lo que se denomina generación distribuida.
Uno de los componentes más controvertidos de la actual etapa de generación renovable, basada en el eólico y el solar fotovoltaico, es su eventualidad, es decir que dependen del evento que aporta la energía a ser transformada: el viento y el sol, respectivamente. Y además, dadas las escasas consecuencias y la rapidez que suponen las paradas y arranque en la generación, pueden ser apartadas del suministro para dar preferencia a otras fuentes más complejas o costosas de maniobrar en casos de menor demanda. Es decir, tienen por una parte una menor fiabilidad y por otra son susceptible de ser explotadas con menor eficiencia.
La solución de ambos problemas es bien conocida, el almacenamiento de la energía producida en los momentos de no ser exigida su aportación, y en ese camino se han propuesto un amplio abanico de tecnologías que utilizan todo tipo de medios químicos, físicos o mecánicos, pero que se ven afectados por diferentes inconvenientes, especialmente el rendimiento o pérdida de energía entre la recibida, cuando es preciso almacenarla y la emitida en el momento de devolverla a la red.
La generación distribuida doméstica fotovoltaica se ha decantado claramente por el almacenaje con las baterías de ion-Li que asegura la posibilidad de un autoabastecimiento sin fallos y, por otra, la eventual aportación a la red en caso de disponer de excedente de producción. Los proveedores de estas instalaciones ofrecen equipos estándar ajustados a cada caso de producción-consumo. Hay que tener en cuenta que los precios de las placas solares y las baterías están en continuo descenso: por ejemplo, desde 2010, en los EE.UU., las baterías de ion-Li lo han reducido un 85% y se espera, no solo otra importante reducción, sino una mejora técnica que palíe algunos de sus actuales problemas, como la vida útil de las mismas.
Más compleja es la decisión cuando se trata de almacenajes con elevada capacidad, tanto de acumulación (kWh) como de respuesta ante la demanda (kW). Sin embargo, ya se opta por grandes almacenajes con baterías, como el de Hornsdale (Australia) para 100 MWh que se proyecta ampliar a 150. Está claro que la industria de fabricación de baterías será de fuerte desarrollo futuro, sea con la vigente tecnología de Li, con Na o con S, utilizando el carbón activo o el grafeno, pues todos esos avances tendrán una fuerte relación con la automoción eléctrica y con el desarrollo de, la hasta ahora incipiente, industria del reciclaje y recuperación de los elementos constitutivos de las baterías.
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SIN ALMACENAMIENTO DE ELECTRICIDAD NO CRECERÁ LA GENERACIÓN RENOVABLE
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