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24 sep 2019
Noticias
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La actuación en las investigaciones sobre el automóvil autónomo vive una elevada intensidad: se calcula que a día de hoy unos 1.400 vehículos están siendo ensayados en Estados Unidos, entre 36 estados más el distrito federal, realizando tareas reales diferentes, desde reparto de mercancías hasta taxis en servicio, pero con un conductor como respaldo.
Pero no siempre como plenamente autónomos, pues cada creador del sistema de guía tiene marcada un área o unas condiciones de servicio, de manera que fuera de ellas, el conductor sustituye al sistema tecnológico.
Se trata de un proceso de fuertes inversiones para llegar a obtener la mayor seguridad posible, de manera que, contando con los medios básicos de información disponibles desde los satélites sobre las vías de comunicación y direcciones, disponga además de los elementos de visión y sensorización que le permita superar las dificultades imprevistas de la circulación de forma similar a la vista humana y reaccione con la misma rapidez ante ellas.
El coche autónomo debe saber lo que hay a su alrededor, vehículos, personas, etc., identificarlos y presuponer lo que podría suceder en los próximos segundos: ¿puede frenar repentinamente? ¿saldrá de la acera el peatón de forma imprevista?, y ser capaz de reaccionar ante esa posibilidad con una parada o un desvío de dirección. Hay que tener en cuenta que, con buena luz diurna, los ojos humanos ven unas cuatro veces más rápido que todo el sistema de sensores y cámaras de lidar o radar. A eso hay que complementar con una capacidad de cálculo y reacción comparable con la media de un conductor.
Los vehículos en ensayo están desarrollando un auténtico aprendizaje de máquina en marcha real, de forma que puedan acumular experiencias de todo tipo además de mejorar los sistemas de detección y reacción. A los aspectos de visión autónoma se han ido incorporando captadores de sonidos que distinguen sirenas, pitidos, u otras indicaciones, entre los ruidos urbanos del tráfico.
La legislación que se implante al respecto puede ser una dificultad añadida a la hora de establecer responsabilidades. Hay que considerar que, con una conducción autónoma, se asegura el respecto a las normas de tráfico y que, hasta ahora, el promedio de accidentes causado por los vehículos en ensayo es inferior, por km recorrido, al de los tenidos por conductores. Puede llevar aun décadas acceder a una circulación global plenamente autónoma, pero como afirma uno de los técnicos involucrados, “estamos entrenando a una máquina a participar en una especie de ballet social para que llegue a hacerlo igual o mejor que un humano”.
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LOS PROBLEMAS QUE UN AUTOMÓVIL AUTÓNOMO DEBE SUPERAR
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