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6 abr 2020
Noticias
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Se han expuesto a lo largo de los últimos años miles de propuestas para mostrar las posibilidades del hidrógeno como vector energético, capaz de ser aplicado a casi todas las necesidades, tanto como combustible como generador de energía eléctrica sin combustión.
Todos sabemos que actualmente la producción de hidrógeno en el mundo es muy elevada, más de 250.000 millones de m3 anuales, con un crecimiento superior al 3% anual, y en un 95% obtenido por reformado con vapor de combustibles fósiles, mayormente gas natural, lo que origina las correspondientes emisiones de CO2. Solo el 5% se produce por electrolisis, no siempre a base de electricidad renovable. Su utilización está centrada, sobre todo en el refinado del petróleo y la fabricación de productos químicos.
En el aspecto medioambiental se ha sugerido la utilización del hidrógeno como medio de almacenamiento de la energía eléctrica renovable excedente a través de la electrolisis del agua, como hoy día se proponen las baterías de ion-Li u otro medio de almacenaje. Este hidrógeno podría posteriormente ser dirigido a diferentes sectores de consumo, como la industria, la automoción o los edificios. Sin embargo, la aplicación más popular se ha visto en la automoción, en la que descartada la combustión, sobre todo por su peligrosidad, se apoya en las llamadas pilas de combustible, donde origina de nuevo energía eléctrica que carga las correspondientes baterías.
En parte por la complejidad de disponer de depósitos de hidrógeno apropiados en los vehículos o por la escasez de centros de recarga, los tipos de vehículo disponibles son muy pocos (dos modelos de Hyundai – NEXO y ix35-, el Mirai de Toyota y el GLC de Mercedes), así como por sus precios, los automóviles a pila de combustible no han alcanzado un desarrollo efectivo. Evidentemente, para garantizar una acción de mitigación, debería obtenerse el hidrógeno utilizado por electricidad renovable, pero tanto su producción como su consumo sería aún muy pequeño. Con objeto de paliar las emisiones en los edificios, también se ha propuesto la inyección de hidrógeno a las redes existentes de gas natural hasta proporciones cercanas al 10%, con lo que aumenta el poder calorífico del mismo y así reducir las de CO2. Más aún, la rama británica de Bosch ofrece una caldera doméstica para calefacción y agua caliente, capaz de pasar de gas natural a exclusivamente con hidrógeno si hubiera red de distribución, al parecer según afirman, con total seguridad.
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¿JUGARÁ EL HIDRÓGENO UN PAPEL RELEVANTE EN LA MITIGACIÓN DEL CAMBIO CLIMÁTICO?
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