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ABRIL 2004 - Volumen: 79 - Páginas: 6-10
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Una de las necesidades críticas de la Sociedad actual es la disponibilidad de energía, con lo que uno de los retos tecnológicos más importantes al que se enfrenta es la obtención de energía suficiente para cubrir sus necesidades presentes y futuras. Se cuenta con varias opciones para obtener la energía que se consume en la actualidad, cada una con sus ventajas e inconvenientes. Entre ellas se encuentra la energía nuclear. Esta fuente aporta del orden del 3% de la energía primaria y de un 6 % de la energía eléctrica consumida en el mundo. En algunos países, la aportación de esta fuente en la generación eléctrica es muy importante (> 30%), como es el caso de Francia (>70%). En España, la proporción de la electricidad de origen nuclear es del orden del 30%. La energía nuclear de fisión tiene una serie de ventajas que la apuntalan como candidata para ser una de las opciones energéticas del futuro como, por ejemplo, la abundancia y extensa distribución geográfica de los recursos de uranio (lo que hace que no se prevean fluctuaciones importantes del precio del combustible) y la emisión prácticamente nula de anhídrido carbónico. Por otra parte, la energía nuclear de fisión se enfrenta a una serie de problemas que han calado profundamente en la opinión pública y que provocan su rechazo por amplios sectores de la Sociedad. Entre estos problemas nos encontramos con la seguridad de las instalaciones de generación eléctrica de origen nuclear, en las que el accidente de Chernobyl es el escaparate de los peligros asociados a este tipo de energía. El otro gran problema que provoca rechazo en la opinión pública está asociado a la generación y gestión de los residuos radiactivos que se obtienen a partir del ciclo del combustible nuclear (minería, enriquecimiento, fabricación de combustible y su utilización en los reactores de fisión). La gestión de los recursos radiactivos es diferente para cada fase del ciclo de combustible debido a las distintas naturaleza y características de los residuos producidos. Los residuos más sensibles son los obtenidos tras el paso del combustible por el reactor de fisión. Estos residuos se clasifican como de alta actividad y se dividen en elementos de activación, productos de fisión y transuránicos. Los elementos de activación son fundamentalmente el resultado de las reacciones producidas en los elementos estructurales del combustible (en las barras de zircaloy y acero que forman las barras que contienen el combustible). A partir del combustible de óxido de uranio (UO2) se obtienen los productos de fisión (resultado de la captura de un neutrón por un isótopo fisionable, principalmente 235U, y posterior rotura del núcleo) y los transuránidos (que resultan de reacciones de captura de un neutrón en un núcleo pesado principalmente a partir del 238U). La vida radiactiva de estos residuos es diferente (Figura 1), siendo los transuránidos los que de más larga vida (decenas de miles de años), seguidos por los productos de fisión (unas pocas centenas de años, salvo alguna excepción) y los elementos de activación (menos de 100 años).
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