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MARZO 1928 - Volumen: 3 - Páginas: 1-5
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Desde que en 1828 Neilson ensayó en Escocia la utilización del dire caliente en el soplado de los hornos altos, ha sido una preocupación constante no solo la mas intensa calefaccion del viento, sino el obtener mayor rendimiento en las estufas utilizadas a ese fin, para disponer de un sobrante de gas, excedente del que ha satisfecho los servicios que afectan a los hornos altos, que sirva para compensar, en parte, el costo del arrabio, al ser utilizado como sustitutivo del carbon empleado en calderas o como origen de fuerza motriz en motores de gas pobre. La importante misión de gasógeno que hoy asume el horno alto, prueba es del valor de su gas y de la necesidad de sacar de el el mayor partido posible obteniendo, en sus aplicaciones, el maximo de utilidad. Por eso, mirando a esto y al elevado precio a que resulta el combustible en nuestro país, el empleo de ese gas ha de declinar irremisiblemente hacia los motores de gas pobre, aun haciendo un esfuerzo para esguazar el torrente de pesetas que su importe forma en la delimitación de su zona con la de las turbinas de vapor.
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