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MAY 2004 - Volume: 79 - Pages: 14-16
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En el estudio de los procesos químicos o, en general, de los industriales, se realizan habitualmente balances de masa y energía en los que se determinan los flujos de la energía y sus transformaciones. Los balances energéticos se emplean también a otra escala para estudiar la utilización de la energía a nivel regional o nacional. Ya se trate de un caso o del otro, un balance de energía se debe realizar en un sistema coherente de unidades. De este modo se facilita el intercambio de información, reduciéndose la posibilidad de errores al evitarse arrastrar coeficientes engorrosos y, en definitiva, simplificando el trabajo. Sin embargo, debido a la inercia de la práctica técnica, aún hoy se usa una diversidad de unidades en este campo que no siempre se pueden considerar como coherentes. Trabajo y energía. Los balances energéticos se basan en el primer principio de la Termodinámica, la ley de Conservación de la energía. La Termodinámica es una ciencia que tiene sus orígenes en la primera mitad del siglo XIX, en el estudio de las transformaciones del calor en trabajo al comienzo del desarrollo de las máquinas térmicas. El trabajo es una forma de energía. Es, en realidad, una medida de la energía que un sistema transfiere a otro por medio de una fuerza en movimiento. El calor es otra forma de transferir energía de un sistema a otro, partiendo de una diferencia de temperaturas entre ambos. Calor y trabajo representan variaciones de la energía contenida en los sistemas y se miden por lo tanto en unidades de energía. Históricamente, hubo en el comienzo del estudio de la Termodinámica una cierta ambigüedad en el uso del término “calor” ya que se empleaba tanto para designar la energía interna de un sistema como para el intercambio de energía entre dos sistemas. En la primera mitad del s. XIX, S. Carnot enunció el primer Principio de la Termodinámica, según el cual el trabajo aportado a un sistema adiabático debía ser proporcional al incremento de su “contenido en calor”. El factor de proporcionalidad “A” se denominó “equivalente mecánico del calor”. J. P. Joule determinó para A un valor de 1 kcal = 4,152 kJ.
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