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JUNE 2003 - Volume: 78 - Pages: 8-16
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La generalización del uso de la energía eléctrica y del empleo de radiofrecuencias para la transmisión de la información a distancia han dado lugar a una presencia virtualmente ubicua de campos o radiaciones electromagnéticas no ionizantes (RNI) en el medio ambiente urbano. Estas radiaciones consisten en campos eléctricos y magnéticos oscilatorios (Fig. 1) capaces de interactuar de formas diferentes con los sistemas biológicos, incluidos los seres humanos. Básicamente, la forma en que las ondas electromagnéticas afectan a los sistemas biológicos viene determinada por su frecuencia y su intensidad. Según su interacción con los biosistemas, las radiaciones electromagnéticas se han clasificado en “ionizantes” y “no ionizantes”. Las ionizantes corresponden a señales electromagnéticas de frecuencias extremadamente altas, como los rayos X y los rayos gamma, que transmiten a los sistemas biológicos energía suficiente como para romper enlaces atómicos y dividir moléculas en iones, positivos y negativos. A este fenómeno se le conoce como “ionización.” La denominación de radiaciones no ionizantes (RNI) se aplica a la porción del espectro electromagnético que posee energías de fotón demasiado débiles para romper las uniones atómicas. Incluso las RNI de alta intensidad son incapaces de provocar ionización en sistemas biológicos. En el espectro no ionizante se incluyen: la radiación ultravioleta A (UVA), la luz visible, la radiación infrarroja, las microondas (MW) y radiofrecuencias (RF), los campos de frecuencias bajas (LF), y los campos eléctricos y magnéticos estáticos. La Figura 2 ilustra de forma simplificada los distintos rangos del espectro no ionizante y los efectos biológicos que pueden derivarse de la exposición aguda (corta y esporádica) a señales intensas de esas frecuencias. Las posibles consecuencias sobre la salud humana de la exposición a dichos campos electromagnéticos (CEM) son objeto de interés creciente por parte del público y de autoridades responsables de salud ambiental. En respuesta a dicho interés, el Comité Internacional para la Protección ante Radiaciones No Ionizantes (ICNIRP en inglés), un Grupo de expertos comisionado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), elaboró en 1998 una guía de niveles de referencia y restricciones básicas cuyo cumplimiento garantizase la seguridad de los ciudadanos en lo referente a radioprotección ante efectos nocivos de exposiciones agudas a campos no ionizantes. Un año después, el Consejo de la Unión Europea (CUE) hizo suyos los criterios y conclusiones de ICNIRP y elaboró una Recomendación para la protección del público en general (no aplicable a los trabajadores) ante eventuales efectos nocivos de la exposición a RNI en el espectro 0 Hz – 300 GHz. España, al igual que la mayor parte de los países europeos, firmó la Recomendación en julio de 1999, asumiendo el compromiso de desarrollar en un plazo breve estrategias que garantizasen la aplicación de la Recomendación del CUE en territorio español. Este compromiso se ha cumplido en parte mediante la colaboración de los Ministerios de Sanidad y Consumo (MSC) y de Ciencia y Tecnología (MCT). En efecto, a finales de 1999, el MSC co-misionó a un grupo de nueve expertos independientes parar revisar y evaluar los datos de la bibliografía más reciente sobre bioefectos de las RNI.
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