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NOVEMBER 2003 - Volume: 78 - Pages: 31-34
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Una tensión excesiva ensordece la cuerda mientras que una insuficiente le imprime un sonido metálico y desagradable. La cuerda tendrá que cantar después. Con sus expertas manos, Werner Neumann sujeta un alambre de acero de 2,25 metros, le da un tirón y después coloca un hilo de cobre. Éste se enrolla en apretadas espiras alrededor del alambre de acero giratorio hasta que Neumann detiene el motor, afila el extremo del revestimiento de cobre con un cepillo y lo fija al alma de acero para que la cuerda siga cantando después de varias generaciones. Es la cuerda simple número ocho y corresponde a la nota Mib2, una de las más graves del piano. Detrás de Neumann cuelgan centenares de cuerdas ordenadas por tonos. Las de los agudos son sólo de acero mientras que las de los graves están revestidas de cobre. Tapas de teclado y chapas de madera se amontonan en los estantes. En la nave de la fábrica, 80, 90 instrumentos descansan sobre vagonetas. A unos les faltan todavía las cajas, a otros el teclado, algunos ostentan ya sus envoltorios de plástico. Una caja de cartón está lista para su envío. El remitente es C. Bechstein, de Seifhennersdorf; y el destino, Tokio. Seifhennersdorf es una localidad de Sajonia situada en la Alemania profunda. Allí, la fábrica C. Bechstein de Berlín construye sus pianos verticales y de cola desde un modelo relativamente barato para principiantes (9.230 euros) hasta un piano de cola para conciertos (80.000 euros). Esta marca tradicional, funda-da en 1853, ocupa un puesto de primera fila dentro del gremio de fabricantes de pianos ostentando el mismo nivel que Steinway, Schimmel o Yamaha y va delante de Bösendorfer y Blüthner.“Con un Bechstein el cliente recibe un instrumento fiable e individualizado tanto en lo que se refiere al sonido como a los refinamientos mecánicos”, observa un miembro de la Junta Directiva y responsable de los trabajos de Investigación, Desarrollo y Producción. En una época de música enlatada y digitalizada, esta filosofía (tan sencilla como exigente) esuna garantía de éxito. Aunque la confianza en los fabricantes de pianos verticales y de cola es inquebrantable y el nombre de Bechstein habla por sí solo, la tradición no es un argumento suficiente a la hora de vender porque cualquier error de fabricación se percibiría a más tardar al afinar el instrumento.
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