Search engine :
Return to the menu
Vote:
Results:
0 Votes
SEPTEMBER 2004 - Volume: 79 - Pages: 26-29
Download pdf
El sonido potente, retumbante, del imponente martinete de vapor transmite una impresión de fuerza particularmente poderosa. 'Golpea con un peso de 140 centner, ¿puede Ud. imaginar la increíble fuerza que eso representa?' pregunta entusiasmado el propietario de la siderurgia que lleva el nombre de su padre, Friedrich Krupp. El ruido no parece molestarle. Al menos, así pensamos quienes conocemos algo del modo de ser de Alfred Krupp y representemos nuestros conocimientos imaginándonos un viaje al pasado, a la ciudad de Essen para visitar a uno de los más importantes hombres de industria de la segunda mitad del siglo XIX. Podría haber sido algo así… Se encuentra de pie, en su oficina, dentro de la fábrica que denomina (de acuerdo con las convenciones de su tiempo) su “establecimiento”. La sala de recepción es elegante y exhibe bustos de la familia real alemana, una chimenea, suelo de parqué y grandes álbumes que muestran los productos de la Factoría Krupp. Así, es fácil olvidar que el bullicioso Taller Mecánico Nº 1 está justo detrás de una puerta. Ese taller es, podríamos decir, el orgullo de Alfred Krupp. Pensado por él, llevado al papel en planos realizados por él mismo, constituye la culminación de toda una vida. Acaba de volver de su habitual recorrido matutino, con el aspecto de un elegante caballero, de gran estatura y digno porte, barba grisácea y cabello corto cayendo sobre una frente despejada. Viste un frac verde (el llamado fracChasse), botas de montar y pantalones grises, y es la antítesis de un bohemio; una vida, no siempre feliz, que le ha marcado. Como él suele recordar a menudo, ha sido una lucha por la supervivencia. “Pasamos tiempos muy duros”, recuerda. “Nada que ver con los de ahora, año de 1859. Han trabajado para mí 1.410 operarios. Cuando vuelvo la vista atrás, yo tenía sólo 14 años cuando mi padre murió, era muy joven. El había puesto toda su fortuna en la producción de acero forjado. Yo continué los experimentos con dos trabajadores; a menudo éramos incapaces de lograr los objetivos. El año 1848 fue el peor, tuve que despedir a trabajadores, tuve que dejar a 74… teníamos una facturación de sólo 52.000 táleros y estuve a punto de cerrar”.
Share:
© Engineering Journal Dyna 2006 - Publicaciones Dyna, S.L
Official Science and Technology Body of the Federation of Industrial Engineers' Associations
Address: Unit 1804 South Bank Tower, 55 Upper Ground, London UK, SE1 9EY
Email: office@revistadyna.com
Regístrese en un paso con su email y podrá personalizar sus preferencias mediante su perfil
Name: *
Surname 1: *
Surname 2:
Email: *