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23 dic 2016
Noticias
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El proyecto CarbFix de Reykjavík Energy lleva desde 2012 inyectando dióxido de carbono bajo tierra con un sistema que lo convierte en roca, de manera que ya no puede escapar. La idea de secuestrar el CO2, ya se está utilizando pero, según una publicación de CarbFix en Science, su conversión en roca es mucho más rápido con este sistema, lo que confirma resultados presentados anteriormente y abre un brillante porvenir para escalar el sistema.
Pozo de inyección al inicio del proyecto
Los métodos tradicionales para almacenar dióxido de carbono bajo tierra, lo presurizan y calientan para conseguir un fluido supercrítico que no es ni gas ni líquido. Esto facilita inyectar el CO2 bajo tierra, normalmente en antiguos depósitos de aceite o gas, pero aumenta el riesgo de que se escape por las grietas de las rocas.
Al estar el suelo islandés formado por rocas basálticas, al inyectar el CO2 con agua bajo tierra, la mezcla reacciona con hierro, calcio y magnesio en el medio basáltico, convirtiéndolo en minerales carbonatados como calizas.
CarbFix recoge el CO2 producido por la planta geotérmica de Hellisheidi, la mayor del mundo, que usa agua calentada por un volcán para producir energía. El proceso genera 40.000 Tm de CO2 al año. El nuevo estudio demuestra que el 95% del material inyectado se convierte en roca en menos de dos años; nadie esperaba que fuese tan rápido. El proyecto ya está almacenando 5.000 Tm al año, lo que lo convierte en el mayor del mundo. La puesta en marcha de nuevos equipos este año, doblará la capacidad de almacenaje. Además, los costos se estiman en $30 por Tm frente a los $65 a $100 de los sistemas convencionales.
Dada que el basalto se encuentra en un 10% de la superficie terrestre y a todo lo largo de los fondos oceánicos, hay un importante campo para escalar el proyecto.
Una de las críticas es la cantidad de agua que se necesita: unas 25 Tm de agua por tonelada de carbono, pero el director del proyecto, Aradóttir, defiende que se podrá usar agua salina.
Bradford Hager, profesor de ciencias de la tierra en el MIT, reconoce que esta alternativa es mucho mejor que la tradicional de los fluidos supercríticos pero, sin embargo, considera que la escala del proyecto es pequeña. También hace notar que el estudio ha funcionado muy bien porque las rocas basálticas en Islandia están muy desgastadas. Otros tipos de basalto no absorberán el dióxido tan rápidamente, decir que se podrán utilizar los fondos marinos es un poco exagerado.
Juerg Matter de la Universidad de Southampton (U.K.) que está dirigiendo el proyecto, considera que se puede escalar fácilmente pero que eso queda fuera del alcance de los científicos. Los bajos costes no supondrán un incentivo en sí mismos para que las empresas energéticas adopten las tecnologías de almacenaje del CO2, a no ser que haya otro tipo de incentivos o penalizaciones como una tasa sobre el carbono. "Los políticos tienen que crear un marco global de incentivos económicos. Un solo país no puede resolver el problema"
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Proyecto CarbFix: Un nuevo sistema para encerrar el CO2
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