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16 jul 2014
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Por Germán Martinez Montes. Las infraestructuras públicas se han de concebir, diseñar, proyectar, construir, mantener y explotar para un único fin: servir al ciudadano. Pero este proceso no ha de llevarse a cualquier precio.
Rentabilidad económica vs Rentabilidad social
La administración (o cualquiera de ellas, que paradójicamente son muchas siendo único el administrado) tiene recursos limitados. Estos recursos provienen principalmente de la recaudación de impuestos (directos e indirectos) pagados por el administrado. No ha de olvidarse que el contribuyente tiene derecho a que se utilicen de forma adecuada y eficiente.
En los últimos años se han obviado los principios básicos que han de regir el proceso de diseño y construcción de las infraestructuras públicas y la prestación de los servicios públicos.
Es esencial que se recuperen y ese es el objetivo principal de esta entrada: presentarlos de forma ordenada y significando la importancia de cada uno de ellos. Solo de esta forma se evitar los desmanes y descalabros que hemos sufrido en los últimos años. Estos principios básicos son:
Antes de finalizar esta nueva entrada me gustaría hacer una breve reflexión en cuanto a cómo han de condicionar la toma de decisiones las rentabilidades sociales y económicas de cualquier infraestructura pública. Se pueden presentar los siguientes casos.
Rentabilidad social alta. En este caso, las infraestructuras hay que desarrollarlas siempre. Es cuando realmente cobra sentido la gestión de las administraciones públicas. Dentro de esta casuística habrá que distinguir entre:
Rentabilidad social baja. Inicialmente la Administración pública no debe de promoverlas a no ser que existan otros intereses que supongan un beneficio adicional para el conjunto de la sociedad. Igualmente se pueden presentar dos casos:
Todo ello se resume de forma gráfica en la figura que se adjunta (pincha en ella para verla con la calidad original).
He incluido esta última reflexión porque han sido muchas las infraestructuras públicas que se han desarrollado teniendo una rentabilidad social mínima o nula y ninguna rentabilidad económica. El resultado es:
Algunos ejemplos de estas son: los nuevos aeropuertos de Castellón, Lleida y Murcia; las autopistas radiales de Madrid; los polideportivos de Carboneras y del Reino de Navarra; el auditorio de Torrevieja; el tranvía de Jaén, Vélez-Málaga y Parla; y un largo etcétera.
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Las infraestructuras y servicios públicos: Criterios y principios que han de regir su desarrollo.
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