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26 mar 2018
Noticias
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¿Quién no ha visto alguna vez en comics o películas de ciencia ficción combatir a los protagonistas con armas que como único medio destructivo lanzan un potente rayo luminoso contra sus adversarios?
Ya en los años 30 del pasado siglo, Nikola Tesla, el gran inventor y divulgador de la electricidad, proponía su rayo llamado “teleforce” como el arma que podía acabar con la guerra por ser precisamente la más precisa y destructiva frente a los medios convencionales basados en la detonación de explosivos contenidos en proyectiles de mayor o menor tamaño. Los problemas económicos y falta de apoyo no le permitieron llegar a conclusiones prácticas, por lo que nunca pudo saberse de la tecnología propuesta.
El empleo práctico de los rayos láser se sitúa a comienzos de los años 70 del siglo pasado, cuando tanto los medios para su generación como las cada vez mayores potencias emitidas, facilitaron las aplicaciones industriales de corte y soldadura: era capaz de crear en las zonas impactadas una temperatura de fusión de los materiales, incluso de los aceros. Y sabemos del intento del centro NIF (National Ignition Facility) en los Laboratorios Lawrence Livermore americanos para obtener energía de fusión por bombardeo con un rayo láser de muy alta potencia sobre una cápsula con deuterio y tritio en un espacio confinado.
Hacia 2014, un equipo experimental láser 30 kW LAWS se desplegó en el Golfo Pérsico, para probar su capacidad de derribar drones, paralizar pequeñas embarcaciones o anular sensores, así como marcar objetivos de disparo a otras armas convencionales.
Ahora, la empresa Lockheed Martin ha desarrollado otro sistema, cuyas características no se han expuesto, pero que parece ser de dos a cinco veces más potente (entre 60 y 150 kW) denominado HELIOS (High Energy Laser and Integrated Optical-dazzler with Surveillance) montado sobre un destructor tipo Arleigh Burke. A pesar de ello, aun sería solamente utilizable para objetivos pequeños y no, por ejemplo, contra misiles o similares. Otro problema es la necesidad de disponer de elevadas cantidades de energía y medios de refrigeración que el tipo de navío donde se ha instalado aporta con dificultades.
El contrato de 150 millones de dólares con Lockheed Martin parece cubrir el suministro de dos disparadores láser HELIOS, uno para ensayos en tierra y otro para su instalación en el buque, así como la modificación del sistema de combate del mismo para utilizarlo. Tampoco se descarta un posible montaje del equipo en vehículos terrestres pesados.
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EL RAYO DE LA MUERTE
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